lunes, 29 de noviembre de 2010

MI CARPETA

Durante mi adolescencia, vamos antesdeayer, porque desde que leí un artículo que decía que la adolescencia dura desde los 13 años hasta los 35, estoy convencida de que una parte de nosotros seguirá eternamente en ese ciclo.

Ese artículo del que apenas recuerdo las claves que daba para afirmarlo, me convenció por completo y me hizo comprender porqué algunos cuarentañeros, cincuentañeros y muchísimo más "añeros" ,siguen comportándose como jóvenes que a pesar de tener un trabajo, una familia y un trillón de responsabilidades que pasan por su vida sin salpicarles (y de las que salen sin darse cuenta gracias al esfuerzo de los que les rodean), esos que llevan camisetas grandes unos o demasiado pequeñas otros, zapatillas de esa marca tan famosa por la que suspiran todos los quinceañeros, juegan a la Nintendo y a la PSP sin descanso, etc., en definitiva, los que tienen estilos y actitudes ante la vida totalmente distintas a las de la mayoría de sus congéneres y que yo antes consideraba Peter Pan, son en realidad adolescentes tardíos.

Y no hablo sólo de los hombres, aunque pueda parecerlo, a mi es que me enseñaron que cuando se habla de los dos géneros se habla en masculino y no entiendo esa nueva moda de pronunciar constantemente los dos géneros hasta llegar al punto de decir «jóvenes y jóvenas» como hizo la diputada Carmen Romero en un acto multitudinario (quiero imaginar que de forma irónica).

Pues eso, a lo que iba, que me desvío del tema, ¡si es que me pongo a divagar y...!

A mí alguna que otra vez todavía me queda algún que otro ramalazo de aquella época y hoy recordaba aquellos años en que mientras la mayoría de mis compañeras llevaban sus carpetas con fotos de los ídolos del momento (Miguel Bosé, Los Pecos, Iván, Pedro Marín,...), yo siempre llevaba en la mía una de esas postales gigantes que llevan una frase con mensaje que en ese momento me parecía "lo más".

Todas esas carpetas fueron yendo y viniendo durante los cursos escolares pero recuerdo dos que fueron especiales para mí, una de ellas llevaba como portada unos lápices de colores bajo la palabra "HITZ EGIN" , "hablar" (en euskera, hitz=palabra, egin=hacer), y que me acompañó durante muchísimos años hasta que la pobre no fue capaz de aguantar más pensamientos vertidos sobre sus hojas.

La otra la tengo ante mí, es la que sigo usando para todos esos apuntes que vuelvo a necesitar de vez en cuando para recordar algún tema de estudio de esos que se diluyen en la memoria de lo que nos parece poco interesante, pero que a pesar de todo no queda más remedio que llevar al día y repasar de vez en cuando.


Con ella delante, recuerdo que cuando estaba agobiada por una decisión y no tenía claro cual era la mejor opción, miraba la frase durante mucho tiempo y eso me relajaba, me hacía sonreir y terminaba convencida de que la opción elegida, correcta o incorrectamente, al final me llevaría a grandes momentos de felicidad.

Puede que al decidirnos por una opción tomemos el camino más largo y tortuoso que si elegimos la otra (que quizá nos depare un camino más corto pero seguro que no menos incierto) pero, como eso nunca lo sabremos, debemos mirar siempre hacia delante con la cabeza alta para no perdernos nada de lo que se va cruzando en nuestro camino por la vida, porque nunca sabemos donde puede esconderse nuestra felicidad.



Recuerda siempre que:



ERES LA PERSONA
MÁS IMPORTANTE
DE TU VIDA



jueves, 25 de noviembre de 2010

"Este jueves, un relato"

Partes traseras, traseras partes



La voluptuosidad de sus curvas me atrapó al instante, a pesar de estar rodeada de otras muchas, tuve claro que ella debía ser la elegida.Estaba hipnotizado por el movimiento de aquellas carnes prietas que convertían su caminar en una danza acompasada a una música desconocida para mí hasta hasta aquel instante y era incapaz de apartar mis ojos de aquel espectáculo de rotundidad que se ofrecía ante mi.

En ese mismo momento supe que la deseaba e incapaz de contener mis instintos más básicos mi mano se alargó para sentir el tacto de aquella piel. Intenté ser suave para no asustarla, pero fue en vano mi esfuerzo, ella se resistía ferozmente a mis avances e intentaba escapar lejos de mi oponiendo resistencia con todas sus fuerzas; pero yo ya contaba con ello y eso no hizo más que aumentar mi determinación de poseerla.

Con la paciencia que me caracteriza en estos casos conseguí meterla en un granero apartado y arrinconarla en un pequeño callejón sin salida que tenía preparado para ella, sus ojos me miraban suplicantes y aterrorizados y sus gritos eran tan fuertes que mis oídos retumbaban, pero eso no me amilanó si no que hizo que mi determinación fuese mayor.

Saqué de mi zurrón un afilado cuchillo y sin más dilación le dibujé en el cuello una gargantilla roja, por la que las fuerzas la iban abandonando lentamente, hasta que finalmente cayó rendida a mis pies.

Mi dicha era plena, ante mi se extendía un cuerpo entero para mi único disfrute y, aunque sabia que para poder gozar por completo de ella debía esperar un tiempo y ejercer antes una buena manipulación, eso no me importó, la sola visualización de aquellas traseras partes o partes traseras colgadas a secar en el granero me prometía un disfrute intenso y delicioso.


Mas traseros en el blog de Gus: http://callejamoran.blogspot.com/

jueves, 18 de noviembre de 2010

"Este jueves, un relato"

LAS RELACIONES PATERNO-FILIALES





¡Como han cambiado los tiempos!.

A veces pienso en mi vida y me parece increíble tantos cambios en ella, ¡y eso que ha sido corta!, bueno, corta quizá no, pero se me ha pasado con mucha rapidez.

Recuerdo mi infancia en este pueblo en el que acabo mis días, antes era mucho más pequeño apenas unas cuantas casas, en el nació mi madre y en el vivió toda su vida sin conocer otra cosa que estos paisajes. Aquí nacimos también mis hermanos y yo, ¡era todo tan distinto!, apenas fuimos al colegio un par de años, suficiente para aprender a leer, escribir y "las cuatro reglas", ¡y que orgullosa estaba nuestra madre de nosotros!, ella no sabía leer ni escribir "eso es para las familias pudientes" nos contaba, así que nosotros aprovechábamos cada lección al máximo y pronto nos pusimos a ayudarles en las faenas del campo.

Mis hijos nacieron en la capital, allí me fuí con mi difunto marido buscando un futuro mejor para nosotros, trabajamos duro para darles una educación mejor que la nuestra, nos creíamos muy modernos y les quisimos educar en el respeto, no en el miedo como fuimos educados nosotros.

Ellos fueron al colegio durante muchos años, ¡ nada más y nada menos que hasta los 14! después, gracias a su formación, encontraron trabajo en talleres diversos, ¡hasta las chicas comenzaron a trabajar en una fábrica de corte y confección de ropa!, el futuro nos sonreía y éramos muy felices.

Mis nietos fueron educados de otra forma, "en la confianza" decian mis hijos; los tiempos habían cambiado mucho y ellos fueron a la universidad, cuando mi primer nieto terminó su carrera me parecía increible, ¡si lo hubiera visto mi madre!, es abogado, trabaja en un despacho y siempre viste de traje; e igual los demás, todos en muy buena posición y casados o "rejuntados" con chicas de su mismo nivel, todos son muy elegantes.

Cuando vienen a verme al pueblo (nos trasladamos aquí tras la jubilación de mi marido) me siento feliz, me gusta ver como mis nietos hablan con sus padres y conmigo de forma completamente distinta a como lo hacía yo con los mios, me gusta su cercanía y su confianza.

Ahora mi nieto mayor tiene un niño precioso, ¡mi primer biznieto!, y me pregunto como será educado él, me gustaría verle de mayor para poder comparar otra generación más, pero mucho me temo que no será posible, a mis 92 años dudo mucho que llegue a verlo; aunque yo desde luego pondré todo lo posible de mi parte y ¡quien sabe...!



Más historias paterno- filiales donde Gus: http://callejamoran.blogspot.com/

miércoles, 10 de noviembre de 2010

"Este jueves, un relato"

LAS REDES SOCIALES




El taxi no tardó en aparecer en la puerta de su casa, Veronica se acomodó en el asiento trasero y recostó su cabeza en el respaldo, le indicó la dirección al taxista y se perdió en sus pensamientos.

Estaba nerviosa, por fin había llegado el momento de verle. Le había conocido en una red social hacía un par de meses y aunque nunca había sido muy aficionada a ellas, desde ese momento no pensaba en otra cosa que no fuesen sus mensajes.

Jaime era encantador, ¡y pensar que estuvo a punto de borrar su solicitud de amistad!, si no hubiera sido por esa foto de perfil tan original..., ese corazón sangrante atravesado por un puñal hizo que una corriente de empatía recorriese todo su cuerpo. Estaba tan reciente su fracaso amoroso que se sintió al momento identificada con esa imagen y pensó que a lo mejor podrían ayudarse mutuamente a salir de su dolor.

Así fué, no sólo había conseguido sacarla del pozo en el que se había sumido en los últimos días sino que, poco a poco, con su ingenio y su simpatía se ganó su amistad. Era tan atento y cariñoso que su reticencia inicial a conocerle personalmente se disipó completamente y ahora se dirigía hacia el lugar en el que habían quedado, -quiero que la primera vez que nuestros ojos se crucen sea en un lugar especial- le había dicho -y nada mejor que allí donde la ciudad estará a nuestros pies observándonos en silencio-.

Verónica se bajó del taxí y caminó hacia el mirador, no tuvo ninguna duda de que él estaría allí esperándola, no sintió miedo de la soledad del lugar, tan sólo pensaba en el momento en el que sus ojos se encontrasen y en la magnífica velada que tenía por delante.

Cuando le vió un estremecimiento recorrió todo su cuerpo, era incluso más guapo de lo que había imaginado, alto y moreno con unos ojos azules que la atraparon al momento y no podía dejar de mirarlos, sus fuertes brazos prometían unas manos grandes que se escondían en los bolsillos de su chaqueta y su voz, su voz...

Demasiado tarde Verónica dió un paso hacia atrás, había apreciado el duro tono de su voz, se dió cuenta de que sus ojos azules eran tremendamente frios, vió como sus manos salían de su escondite y en una de ellas brillaba un filo metálico. Quiso gritar, pero la voz se quedó congelada en su garganta,en ese instante se dió cuenta de que el corazón roto de la foto de su perfil no era el de él, ese corazón mostraba literalmete como sería el de ella en un instante.


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miércoles, 3 de noviembre de 2010

EL HOMBRE DE MI VIDA ME HA DEJADO

Después de treinta años de desvelos, de darlo todo por él, de esperarlo despierta cuando salía con los amigotes, se ha ido de casa.

Y no es que se haya ido con otra, que eso lo entendería. ¡No! encima tiene la poca vergüenza de decirme:

- Mamá, es que necesito espacio. Ya soy mayor.

- Mayor! Pero ¡¡¿dónde va esa criatura con 30 añitos?!!

Ahora, que yo se lo he dicho, eh?

- Parece mentira, dejarme tan pronto, hay que ser mal hijo...

Y me dice:

- Pues Jesucristo se fue de casa con 30

- ¡Y mira cómo acabó! ¡No llegó a los 34!

En fin... Ya lo voy llevando mejor... Pero el día que se fué, yo creí que me daba algo. El niño allí, recogiendo sus cositas. Cuatro chorradas, porque... ¿Qué se va a llevar el pobre, si no tiene nada suyo? Pues todo lo nuestro.

Pero fui yo la que se lo dije:

- Anda, tonto, llévate la tele pequeñita... y la minicadena... y el DVD...y ¡la lavadora!

Pero es más bueno! Ahí ya me dijo:

- No, mamá, la lavadora, no... que no tengo ascensor. Ya me la traes tú cuando vengas a verme.

Mi niño! Menos mal que no tengo tiempo de pensar en él, porque estoy todo el día ocupadísima haciendo croquetas para mandárselas. Que si no, se pasa la vida llamando a Telepizza. Y cuando
estoy liada en la cocina, mi marido viene por detrás, como un niño chico, a robarme las croquetas.

Y yo:

- ¡Deja eso ahora mismo! ¡Que son para el niño!

- ¿Y yo qué ceno?

- ¡Pues yo qué sé, coño! ¡Llama a Telepizza!

Pero luego me da pena, el pobre... que, al final, siempre le digo:

- Andaaa... déjalo... Ya llamo yo: ¿margarita o cuatro quesos?

Bueno, y me he comprado un móvil, que puedo hablar con el niño el tiempo que quiera por cinco euros. Eso sí, sólo podemos hablar de ocho a diez, como en la cárcel...

Pero, a veces, no aguanto más y lo llamo fuera de horario, a escondidas de mi marido. Que parece que tengo un amante:

- Cariño, te tengo que dejar, que ha llegado papá

Y cuando mi marido me pilla:

- ¡Ha llamado él, ha llamado él! Venga, rey, anda, no seas bobo... ya te llamo yo luego... Huy...qué mimoso está... Éste en dos días esta aquí, ¿eh Manolo?

Pero, por fin, cuando dan las ocho, y ya puedes hablar con él, libremente, de todas vuestras cosas...

- Hola lechoncito, soy mamá... ¿Qué tal el día?

- Bah...

- ¿Qué haces?

- Pssss...

- ¿Has cenado ya?

- Pschá...

- Bueno, no tienes ganas de hablar, ¿no?

- Bah...

- Bueno, pues adiós. ¡Manolo, el niño me ha colgado el teléfono!

Y mi marido:

- Cariño, es que te pones muy pesada...

- ¡Ahhhh! ¿Pesada yo? ¡Pesada tu madre, que hay que ir todos los años a ponerle flores!

Al principio no te atreves a tocar nada de su habitación, porque tienes la esperanza de que tu hijo se dé cuenta de que no puede vivir sin ti y vuelva. Pero la semana pasada... abrí los ojos.

Le llamo, y me sale una voz de mujer:

- ¿Diga??

Y colgué inmediatamente. Volví a marcar... y ya me sale el niño. Y le digo:

- Oye, ¿quién era ésa?

Y él:

- Una amiga

- ¡Ay, menos mal! Creí que era otra madre... Bueno, ¿y qué estáis haciendo?

- Pues nada, comiendo...

- ¡Ah, muy bonito! ¡Yo todo el día encerrada en la cocina para que venga una guarra cualquiera a comerse mis croquetas!

- No, si ella no come, no le gustan...

- Ah, ¿no le gustan? Mírala, qué fina...

Ahí me enfadé tanto que decidí hacerle caso a mi marido y convertir la habitación del niño en el cuarto de la plancha. Y me pongo allí a organizar el altillo...sus libros, sus tebeos, sus revistas ... Y de pronto, me dije: '¿A ver si las va a necesitar?'

Claro, porque cualquier pretexto es bueno para ir a ver a tu hijo... Pero, de repente, encontré la excusa perfecta: su ajedrez del centenario del Real Madrid. Con el sacrificio que hizo para
reunir las piezas, ¡que estuvo un mes comprando El Pais...! Así que al día siguiente le llevé un peón... Al otro, un alfil.... Al otro, una torre...

Y él:

- ¿Pero no me puedes traer todas las fichas a la vez?

Y yo:

- Ah...es que como te hizo tanta ilusión reunirlas por entregas...

Y mi marido se hace el duro, pero también tiene sus sentimientos, ¿eh?. El otro día fui yo quien le pilló a él hablando con el niño fuera de horario, y con una voz de angustia decía:

-Hijo mío, mándame una croqueta!

Ahí me di cuenta de que me estoy pasando...Que hay un montón de experiencias nuevas que vivir con mi marido. Así es que voy a empezar a disfrutar de esta segunda luna de miel. Voy a ver si le animo y nos vamos juntos a... llevarle la lavadora al niño. Y así el pobre prueba las
croquetas, que está tan flaquito que parece que el que se ha independizado es él.