jueves, 31 de diciembre de 2009

FELIZ 2010



A todos los que durante casi un año que llevo en este lugar me habeis visitado y a todos los que me habeis regalado parte de vuestro tiempo dejandome un comentario...





Os deseo tanta salud como gotas tiene la lluvia,


tanto amor como rayos de luz tiene el sol


y tanta suerte como arena tiene el mar.





FELIZ 2010



Un brindis

jueves, 24 de diciembre de 2009

ZORIONAK

*
***
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Me agradaria
preparar en estos días,
un árbol de Navidad
muy especial
y colgar, en lugar de regalos,
los nombres
de todos mis amigos. Los de cerca
y los de más lejos. Los de siempre y los que
tengo ahora.
Los que veo cada dia, y los que encuentro de
vez en cuando.
Aquellos a los que siempre recuerdo y a los que a menudo olvido.
A los constantes y a los inconstantes. A los de las horas
alegres y a los de las horas difíciles. A los que sin querer herí,
y a los que sin querer me hirieron. Aquellos a quienes conozco
profundamente, y aquellos a quienes solo conozco por su
apariencia.
A los que me deben algo y a los que les debo mucho. A los amigos humildes
y a los amigos importantes. Por eso los nombro a todos, a todos los amigos que han
pasado por mi vida. A los que recibis este mensaje y a los que no lo recibirán.
Un arbol de raices profundas, para que vuestros nombres no se puedan arrancar jamás.
Un árbol que, al florecer el año que viene, nos traiga ilusión, salud, amor y paz.
Ojalá que por Navidad, nos podamos reencontrar compartiendo los mejores deseos
de esperanza,
dando algo
de felicidad a aquellos
que lo han perdido todo.

ZORIONAK ETA URTE BERRI ON


miércoles, 23 de diciembre de 2009

FELIZ NAVIDAD



Con todo mi cariño,
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os mando la receta de la Navidad:
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Juntemos varias medidas de ilusión,
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Una pizca de amistad y un gesto de ternura.
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Horneemos la mezcla con un ánimo paciente.
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Envolvámosla con risas, luces y canciones.
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Y finalmente, ofrezcámosla con el corazón
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FELIZ NAVIDAD
..
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domingo, 20 de diciembre de 2009

LA EDAD

¿No os ha pasado alguna vez que miras a otra persona de tu misma edad y piensas que seguramente yo no puedo parecer tan viejo?

Bueno, leed esta historia :

Mi nombre es Alicia y estaba sentada en la sala de espera del dentista, era mi primera consulta con él. En la pared estaba colgado su diploma, con su nombre completo.

De repente, recordé a un muchacho alto, buen mozo, pelo negro, que tenía el mismo nombre, y que estaba en mi clase de Santa Mª del Bosque, como 30 años atrás.

¿Podría ser el mismo chico del cual yo estaba secretamente enamorada?

Después de verlo en el consultorio, rápidamente deseché esos pensamientos.

Era un hombre calvo, su poco pelo estaba canoso, y su cara estaba llena de arrugas, y parecía muy viejo como para haber sido mi compañero de clase.

Despúes de examinarme mis dientes, le pregunté si se había graduado en Santa Mª del Bosque.

Sí, Sí, sonrió con orgullo.

Le pregunté: ¿cuándo te graduaste?

Me contestó, en 1980.

¿Por qué me lo preguntas?

Y yo le dije: tú estabas en mi clase.

El me miró detenidamente ...

Y ENTONCES, ESE FEO, CALVO, ARRUGADO, GORDO, CANOSO, DECRÉPITO, HIJO DE ..., ME PREGUNTÓ:



¿ DE QUÉ ERAS PROFESORA?

jueves, 17 de diciembre de 2009

"Este jueves, un relato" Convocatoria literaria

"¡FRIO, FRIO, MUCHO FRIO!"




Hacía frio esos días, el mercurio había bajado repentinamente más de diez grados de un día para otro, el gélido viento dañaba sus orejas y sus dedos eran incapaces de moverse incluso dentro del bolsillo, volvió a subir a su piso y buscó apresuradamente el gorro y los guantes guardados en el fondo del armario desde el invierno anterior, unos gruesos calcetines en sus pies y un buen abrigo conseguirían devolver a su cuerpo la temperatura adecuada para poder seguir realizando su rutina diaria sin problemas.

Caminaba hacia su trabajo sin prisa, pensando en como su cuerpo agradecía cada prenda de ropa sobre él, la baja temperatura no era un problema cuando se podía solucionar tan facilmente, el verdadero problema era encontrar un remedio para aliviar el frío interior, el que deboraba sus entrañas sin compasión, aquel que le invadió por dentro cuando le informaron de que su mujer había tenido un accidente de tráfico y había fallecido en el acto.

Hacía ya más de dos años desde ese momento pero lo recordaba perfectamente, recordaba como su interior iba enfriándose a pasos agigantados hasta que lo notó congelado por completo, desde entonces su vida se había convertido en un ir y venir de un lugar a otro sin saber muy bien hacia donde dirigirse en realidad.

Entró en su despacho, metió sus guantes en el bolsillo de su abrigo y lo colgó en el perchero bajo su gorro, se sentó desganado en su silla mirando el montón de correspondencia apilada sobre su mesa y mientras la ojeaba pidió un café caliente a su secretaria, recordó en ese momento que hoy era el primer día de trabajo para ella, la anterior se había jubilado después de una larga trayectoria junto a él.

Tras un suave golpeteo la puerta de su despacho se abrió y su nueva secretaria entró con el café, él se puso en pie para presentarse como debía y la miró directamente a los ojos, pero fué incapaz de articular ninguna palabra coherente, tan solo pudo balbucear unos sonidos de bienvenida apenas inteligibles.

Lo que si pudo fué sentir como una pequeña chispa luchaba por surgir y comenzar a deshelar su interior, entonces pensó que quizá también hubiese remedio para ese intenso frío que tanto tiempo le llevaba atenazando.







Mas relatos en http://odisea27.blogspot.com/

sábado, 5 de diciembre de 2009

Cuento de Navidad, Sabados Literarios de Mercedes


El árbol de navidad sintético pasaba la mayor parte del año dormitando y cogiendo fuerzas en una caja de cartón a la espera de que llegara el próximo diciembre en el que le pondrían a la entrada de la casa y le admirarían durante todo un mes los que pasasen junto a él.

Cada año cumplía con su función a la perfección, de día lucía majestuoso las grandes bolas coloreadas que colgaban de sus ramas y de noche unas brillantes luces intermitentes le aportaban el calor necesario para amortiguar las heladas temperaturas de esas fechas.

Era un trabajo duro, siempre a la intemperie, pero se sentía feliz al ver las caras alegres de los que pasaban junto a él, incluso le agradaba cuando los niños agitaban sin piedad sus ramas para coger las chocolatinas que previamente su dueña había colocado estratégicamente en sus ramas para deleitarles.

Llevaba tantos años cumpliendo su función a la perfección que cuando escuchó a su dueña decir que estaba viejo y que había que cambiarlo por otro no se lo podía creer, quiso gritarle que todavía tenía fuerzas para desempeñar su trabajo, que todavía se sentía útil, era cierto que sus ramas habían ido haciéndose cada vez más delgadas con el paso de los años, pero todavía se sentía capaz de aguantar los tirones infantiles, pero claro, era sólo un árbol sintético y nada pudo decir en su defensa.
Ahora se encontraba allí, junto a los contenedores, esperando que el camión de la basura le alejara para siempre de su vida y le dejara tirado en cualquier rincón el vertedero, ¡tantos años luciendo espléndido para que ni siquiera hubiesen tenido la deferencia de llevarle a reciclar!.

Estaba a la espera pensando en la lenta agonía a la intemperie que tenía por delante cuando un hombre se fijó en él, daba vueltas a su alrededor mirándolo, lo cogió con delicadeza a pesar de sus rudas manos y lo llevó a una pequeña cabaña donde lo lavó.

Cuando estuvo seco lo metió en una pequeña habitación, el ambiente era frío a pesar del brasero que intentaba calentar la pequeña estancia y la penumbra hacía que le costase distinguir los detalles, con el paso de los minutos fue dándose cuenta de que frente a él se encontraba un niño enfermo recostado en un viejo sofá, dormitaba, su padre tuvo que esforzarse en despertarle para que viera el regalo que le había traído.

Al niño se le iluminaron los ojos al ver aquel árbol maravilloso e intentó levantarse con gran esfuerzo, tenían que adornarlo le pidió a su madre y para ello hicieron un gran lazo rojo.

Colgaron de sus delgadas ramas decenas de pequeños papeles en los que previamente habían escrito sus silenciosos deseos prometiéndose no mirarlos e ir quitándolos únicamente cuando estos se hubieran cumplido.

Llegó la noche antes de Navidad y el árbol pensó que era la primera vez que sus ramas no cobijaban costosos regalos lo que le entristeció, pero a pesar de ello notaba que los papelitos que colgaban de sus ramas iban disminuyendo según el niño recobraba la salud.

Esa noche pensó en lo afortunado que era por haber conocido la verdadera Navidad, la del apoyo incondicional, la del amor entre todos los miembros de una misma familia.

Por eso no le extrañó que la mañana siguiente bajo sus ramas se encontrasen unos originales regalos que maravillaron a todos,
paz, ilusión, alegría y amor.
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